EUA negó tener un botón de apagado para sus F-35, pero la verdad es que tiene algo mucho más inquietante

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Gonzalo Hernández

Editor

En términos militares, hay un rumor relativamente conocido que indica que Estados Unidos cuenta con el equivalente a un interruptor de apagado en toda la artillería que le vende al resto del planeta. Aunque el propio país ha negado esta posibilidad —especialmente en el caso de sus cazas F-35— para no poner en riesgo la ingente cantidad de dinero que obtiene de contratos en Europa, la realidad es que sí existe un sistema de control, aunque no como normalmente se imaginaría.

Primero hay que tener un poco de contexto. La Unión Europea cuenta con un ambicioso plan, llamado European Defense Readiness 2030, con el que busca reforzar su autonomía defensiva. Para ello, la estrategia contempla tanto un aumento en el gasto militar como una expansión industrial destinada a producir más armamento local.

Esta iniciativa responde a una creciente desconfianza hacia Estados Unidos, derivada de su distanciamiento estratégico de Europa, la volatilidad en el suministro de armas y las decisiones del expresidente Donald Trump, que han generado alarma entre sus aliados. Todo esto ha llevado a que Europa considere un nuevo esquema: realizar ventas de armamento exclusivamente entre países miembros de la Unión Europea o con socios estratégicos cercanos, lo que deja fuera tanto al Reino Unido como a Estados Unidos.

El precedente de Ucrania y los rumores sobre el F-35

La decisión está influenciada principalmente por el corte abrupto en el suministro de armas e inteligencia a Ucrania durante el mandato de Trump, lo que ha generado dudas sobre la fiabilidad de los compromisos estadounidenses. A la par, comenzaron a surgir múltiples reportes que señalaban que Estados Unidos tendría la capacidad de desactivar de forma remota el armamento de alta tecnología vendido a otros países. Este rumor se sustenta en la dependencia operativa de los sistemas hacia redes logísticas, mantenimiento y software controlados por contratistas estadounidenses.

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En el caso específico del F-35, Estados Unidos ha negado que cuente con un botón de apagado remoto. Sin embargo, en la práctica, su estructura logística, los requerimientos de mantenimiento y el uso de software propietario hacen imposible que cualquier país opere estos aviones sin asistencia directa de Estados Unidos.

Justamente este nivel de dependencia ha despertado inquietud en varios círculos de defensa, al punto de que el programa conjunto del F-35 y Lockheed Martin ha tenido que emitir comunicados para tranquilizar a los gobiernos. En ellos se asegura que todos los operadores cuentan con las capacidades necesarias para volar y mantener sus flotas, gracias a acuerdos bien establecidos. Sin embargo, esta afirmación también deja claro que la autonomía total no existe: el F-35 solo volará si Estados Unidos así lo decide.

Una plataforma de software, no solo un avión

El F-35 no es únicamente un avión de combate; es una compleja plataforma de software que depende de una red de soporte global controlada por Estados Unidos. Utiliza sistemas como ALIS (Autonomic Logistics Information System) y su sucesor ODIN (Operational Data Integrated Network), además de herramientas complementarias para gestionar mantenimiento, logística e información crítica.

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Gracias a estos sistemas, el avión recibe datos sobre amenazas, rutas de vuelo, sensores, fusión de datos y capacidades de guerra electrónica. Estos elementos son esenciales: si un país perdiera el acceso a ODIN o a sus actualizaciones, el F-35 quedaría prácticamente inutilizado o con capacidades severamente degradadas. Esto convierte a cada comprador en un “rehén tecnológico”, incapaz de controlar por completo su propia flota.

Aquí entra en juego la llamada “línea azul”, que marca la trayectoria óptima hacia una zona enemiga. Este trayecto se calcula con base en burbujas de defensa aérea enemiga, capacidades de sigilo, sensores y armamento del F-35, y tácticas integradas con otros activos. Es uno de los diferenciales más importantes del avión, y sin acceso a esa planificación, se vuelve altamente vulnerable a la detección y el derribo.

Control externo, cadena de suministro y desconfianza

El nivel de dependencia es tan alto que cualquier falla o necesidad de actualización requiere asistencia estadounidense. Cada componente dañado o software que necesite actualización depende de una cadena de suministro con más de 1,400 proveedores en Estados Unidos, frente a apenas 80 en otros once países.

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Este control también convierte al F-35 en una fuente constante de ingresos para Washington. Sin embargo, ante las políticas antiglobalistas de Trump y su cuestionamiento a alianzas como la OTAN, varios gobiernos se preguntan qué tan segura es su inversión en un sistema que no pueden controlar completamente, y que podría ser limitado por tensiones políticas o diplomáticas con Estados Unidos.

Aunque ya se han registrado impactos en los mercados financieros —por ejemplo, con el aumento en el valor de las acciones de fabricantes europeos ante la expectativa de mayor producción local— aún falta tiempo para que el nuevo plan europeo esté consolidado. Por ahora, Estados Unidos continuará recibiendo la mayor parte del gasto en defensa del continente, aunque su liderazgo se ve cada vez más amenazado por una competencia creciente.

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